Si bien este indicador ha bajado el último año, expertos dicen que no hay que relajarse.
El costo de vida, inflación o IPC; es uno de los temas que tal vez ha perdido relevancia en los últimos meses, teniendo en cuenta que ya no está tan alto como hace uno año y que conforme pasa el tiempo, cada vez es menor la presión que ejerce este indicador sobre el día a día de millones de colombianos.
Con una variación anual de 7,36% en el reporte de marzo, donde el dato mensual quedó en 2,73%; la inflación completó un año seguido a la baja, situación que si bien se traduce en un alivio al bolsillo de la gente y una recuperación paulatina del poder adquisitivo, hay quienes dicen que no es momento de bajar la guardia.
Laura Katherine Peña, economista de BBVA Research, sostiene que lo primero que hay que tener en cuenta en todo esto, es que las reducciones que han permitido que el IPC caiga, vienen principalmente de bienes de consumo y canasta familiar, que también ha venido bajando poco a poco.
“Los números de inflación continúan descendiendo. Las alzas que fueron protagonistas en años anteriores al fin se moderan y el salario rinde un poco más. Las principales moderaciones han venido vía alimentos y bienes, mientras que los servicios siguen silenciosamente presionados por subclases como los arriendos”, indicó.
Ahora bien, en este análisis del BBVA, Peña advierte que hay dos corrientes que claramente muestran de dónde vienen las mayores presiones hacia el costo de vida, una de ellas es el precio de los combustibles y la otra está relacionada con la vivienda, especialmente las que están en arriendo.
“Los típicos letreros de ‘se arrienda’ se ponen y quitan rápidamente en el país, al tiempo que se observan alzas importantes en los arriendos este año, lo que no es un costo menor, ya que pesan cerca de un 25% de la canasta de los hogares”, dijo esta analista.
En este punto agrega que existen tres factores determinantes en la presión frente a la inflación, arrancando porque habitualmente y por regulación, los arriendos suelen subir a un ritmo similar al de la inflación pasada.
“Esto sugiere que en 2024 podrían incrementar hasta un 9,3% anual (la inflación al final de 2023), lo que ya resulta alto. A esto se adiciona un segundo factor: las alzas de los arriendos desde la post pandemia han sido relativamente bajas”, explicó.
En este sentido agregó que desde 2019 y hasta 2023 los arriendos habían incrementado en un 15,2%, a pesar de que la normativa permitía un alza de 26,0%. Y aunque los arriendos no suelen subir el máximo permitido, logran materializar buena parte de este. Por lo tanto, los arriendos tienen, desde años anteriores, una deuda de alzas acumuladas que ya han empezado a cobrar.
“Por si fuera poco, hay un tercer factor: el mercado de vivienda nueva enfrenta dificultades. Mientras se forman más de 400.000 hogares cada año en Colombia, la construcción formal de vivienda nueva en su mejor momento (mediados de 2022) llegó a 268.000 unidades y se redujo el año pasado, cuando se edificaron 131.000 unidades”, sostuvo Peña.
Por último se enfoca en la escasez de oferta de viviendas nuevas, ya que este factor hace que la demanda presione los arriendos al alza y “estos factores impulsaron unas variaciones históricamente altas en los arriendos de los primeros meses del 2024. A pesar de esto, se espera que, en el segundo semestre, la moderación de la demanda, la menor inflación y la recuperación del mercado inmobiliario favorezcan una moderación de las alzas”.
Con todo lo mencionado, la economista del BBVA Research fue clara en decir que mientras se mantenga esta tendencia, propia del momento económico que vive el país, no se puede bajar la guardia con la inflación o de lo contrario habría sorpresas al alza que tensionen un poco la situación económica y hagan que el Banco de la República baje más lento las tasas de interés.
Fuente: PORTAFOLIO